La alternativa que ha predominado como respuesta a los diferentes problemas sociales originados por la pandemia, principalmente el desempleo, ha sido el emprendimiento.
Según datos publicados por la Escuela de Negocios de la ESPOL, a diciembre 2020, 3,6 millones de ecuatorianos tenían un emprendimiento, lo que convierte al Ecuador en el país que más emprende en la región, pero lamentablemente es el país que más fracasa, ocho de cada diez emprendimientos fracasan en un periodo máximo de tres años.
El 82,7 % de los emprendimientos, son motivados por la escasez de empleo y necesidad de percibir un ingreso, lo cual acaba siendo contraproducente, porque al no ser planificados, no ser innovadores y no tener un financiamiento adecuado, su tiempo de vida es reducido.
El sector de mayor representavidad del emprendimiento se ubica con el 64% en el comercio mayorista y minorista 64,2%, paralelamente el comercio electronico previo la pandemia representaba 80 millones de dólares a la semana y actualmente 500 millones de dólares a la semana. Por lo que terminaría el año siendo el 2% del PIB.
El emprendimiento es un factor clave para reactivar al país y el Estado ecuatoriano puede hacer varias cosas para ayudarlo, empezando por cubrir las principales solicitudes de este sector, las cuales se concentran en la obtención de capital semilla y la postergación de pago de impuestos, algo lejos de la realidad nacional. Otros países de la región destinarán hasta el 5% del PIB para reactivación de micro, pequeñas y medianas empresas, mientras que en el país únicamente se asignará al programa reactívate Ecuador $1500 millones cuando al menos se necesitan $5.000 millones.
El emprendimiento, un sector que también padece de coronavirus y con la esperanza de que quizás el oxígeno llegue el próximo 24 de mayo.